Skip to content Skip to sidebar Skip to footer

Su historia, su leyenda, sus calles, sus panorámicas… Valldemossa ha destacado por reunir las condiciones necesarias para ser el escenario perfecto –incluso soñado– para cualquier pianista. Se hace imposible disociar la relación breve e intensa entre el pueblo mallorquín y el compositor polaco Frédéric Chopin: aquel invierno en Mallorca contribuiría a internacionalizar la Cartuja de Valldemossa como un espacio idóneo para la inspiración y la creación artística. Futuras iniciativas se encargarían de reforzar este vínculo, haciendo del Festival Chopin de Valldemossa un acontecimiento imprescindible y, sobre todo, con una importante base histórica. En 1930, el compositor y musicólogo Joan Maria Thomàs crearía en colaboración directa al matrimonio Boutroux-Ferrà el primer festival temático del mundo dedicado íntegramente al autor de piezas como “Fantasia-Impromptu”, el “Vals del Minuto” o los célebres “Nocturnos”: el Festival Internacional Chopin. Manuel de Falla, considerado como uno de los compositores españoles más importantes de la primera mitad del siglo XX, llegaría hasta Valldemossa en 1933 y, según dirían, quedó cautivado por la Cartoixa: fue, precisamente, en la celda número 2 en la que dio comienzo uno de los festivales clásicos más relevantes del panorama musical español.

La refundación de esta iniciativa en los años ochenta abrió la puerta a pianistas de prestigio mundial, como Alfred Brendel, Aldo Ciccolini, Chura Cherkasky, Rafael Orozco, Tamas Vasary, Nelson Freire, Joaquín Achúcarro, Elisabeth Leonskaya o Alain Planès, entre otros. En este sentido, debe destacarse la actuación de Alicia Larrocha el 30 de julio de 1988: considerada como una de las mejores intérpretes españolas de piano del siglo XX –fue galardonada con el Premio Príncipe de Asturias de 1994 y tres Grammys– su concierto marcó un antes y un después en la proyección internacional del festival. La presencia de una nueva generación de artistas de la categoría de Mikhail Pletnev, Leif Ove Andsnes, Christian Zacharias, Jean-Yves Thibaudet, Nikolai Demidenko, Nikolai Lugansky, Bella Davidovich, Fou Ts’ong, Irina Zaritskaya, Garrick Olsson, Piotr Paleczny, Eugene Indjic, Janusz Olecniczak, Ivan Klansky, Dang Thai Son, Ewa Poblocka, Eric Berchot, Stanislaw Bunin, Marc Laforet, Krysztof Jablonski, Jean-Marc LuisadaMartin Kasik o Nelson Goerner refuerzan la idea que, de existir una capital del piano en el Mediterraneo, indudablemente la encontraríamos en el corazón de la Serra de Tramuntana; el mismo lugar en el que Chopin rubricaría el célebre “Preludio de la gota de agua”.

[siteorigin_widget class=»SiteOrigin_Widget_Button_Widget»][/siteorigin_widget]