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El invierno de 1838 llegaron a Valldemossa un grupo de extranjeros que no pasaron desapercibidos por la población local. Principalmente, la controvertida George Sand; sus vestimentas masculinas, sumadas a otros factores culturales, despertaron los recelos de los vecinos del pueblo, que criticó y caricaturizó a su obra «Un invierno en Mallorca» (1842). Algunos fragmentos de la obra hacen referencia a la farmacia de la Cartuja, espacio del que, dadas las condiciones de salud de su familia, se llega a convertir en casi poco menos que una asidua. De esta forma, la escritora parisina tuvo que velar por los cuidados respiratorias tanto de su hijo mayor, Maurice, como de su compañero sentimental, Frédéric Chopin.

Maurice Sand, nacido del accidentado matrimonio con François Casimir Dudevant -un aristócrata venido a menos, del que George se separó en 1831-, padecía considerables dolencias pulmonares desde su infancia. El adolescente, de quince años, plasmó los paisajes de Valldemossa durante su estancia en Mallorca. No fue el único convaleciente. Chopin llevaba tiempo sufriendo los síntomas de la tuberculosis, una infección bacteriana contagiosa que compromete principalmente los pulmones y que, a día de hoy, es la enfermedad infecciosa más extendida en todo el mundo. Esta dolencia afectó profundamente los ánimos del compositor polaco, haciendo que sea el trasfondo de piezas escritas durante su estancia en la Cartoixa, como el Preludio Op. 28, No. 15, mundialmente conocido como el Preludio de la Gota de Agua.

Durante el siglo XIX, los monjes de los diferentes monasterios europeos conocían profusamente las propiedades medicinales de determinadas plantas, haciendo que fueran un recurso común a todas sus farmacias. La milenrama (Achilea millefolium) era un elemento indispensable para el tratamiento de las enfermedades respiratorias comunes; la mejorana (Origanum majorana) también era empleada para paliar los efectos de las bacterias tuberculosas; por su parte, el lúpulo (Humulus lupus) se utilizaba como antibiótico para el tratamiento contra todo un abanico de infecciones pulmonares. Muy posiblemente, George Sand utilizara en el tratamiento de Maurice y Frédéric, pero según sus textos, sólo concreta el uso del benjuí, medicamento vegetal con propiedades expectorantes y estimulantes. Esta es, pues, una sencilla anécdota que nos permite conocer otros aspectos de la estancia de unos de los visitantes más ilustres que ha tenido la Cartoixa durante su larga historia.

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