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La luz, el paisaje, el tipismo local y su inconfundible tradición han hecho que Valldemossa haya terminado por convertirse en el punto de residencia para numerosos artistas llegados de otros confines del planeta. Un rincón privilegiado en plena Serra de Tramuntana que no sólo les ha permitido establecer importantes sinergias con otros talentos creadores, sino también dotar a su obra de nuevas temáticas, influencias o, incluso, colores. Por ello, se hace necesario destacar algunos de los nombres de estos artistas que, pese haber nacido en el extranjero, han terminado convirtiéndose en mallorquines de adopción.

Nils Burwitz

Resultaría inevitable hablar de arte contemporáneo en Valldemossa sin hacer referencia a Nils Burwitz, nacido en la ciudad polaca de Swinemünde. Finalizada la Segunda Guerra Mundial, se trasladó con sus padres a Alemania occidental y, más tarde, a Sudáfrica. Tras su paso por otras ciudades, como Londres o Salzburgo, terminaría encontrando su hogar definitivo en Valldemossa en 1976. Desde entonces, ha desarrollado una obra de gran interés que se ha podido contemplar en diferentes muestras retrospectivas en espacios de renombre como el Pretoria Art Museum (Sudáfrica), la National Gallery (Londres) o la Kunsthalle der Hypo-Kulturstiftung (Múnich).

Bruno y Natasha Zupan

La estirpe de los Zupan también se encuentra estrechamente ligada al desarrollo artístico de este municipio. Bruno Zupan, nacido en 1939 en Trbovlje (Eslovenia), emigraría a París a principios de los años sesenta antes de trasladarse a Nueva York: terminaría convirtiéndose en ciudadano estadounidense al tiempo que su obra se exponía en América, Europa y Asia. Establecería uno de sus principales estudios en Valldemossa, lugar en el que, más allá del descanso y renovación, influyó en la técnica de su obra, así como en sus temáticas: las estrechas calles de Valldemossa, así como su pueblo, han quedado inmortalizados en sus lienzos. Su hija, Natasha, reconocida artista, también pasa una parte del año en el pueblo mallorquín.

Claudio Torcigliani

Otro ejemplo significativo es el de Claudio Torcigliani, nacido en Nápoles en 1954. Formado en Turín, destacó por haber estudiado la técnica de los maestros flamencos en los Países Bajos. Residente en Valldemossa desde hace décadas, ha sido protagonista de exposiciones en diferentes capitales europeas, siendo París una de las más destacadas: su obra se ha podido contemplar en espacios concretos como la galería Philippe Fregnac, la Maison des Beaux Arts o el Espace Fazioli.

Cualquiera de estos ejemplos demuestra cómo diferentes historias personales y diferentes formas de entender el arte pueden convergir en un mismo punto geográfico: un hogar llamado Valldemossa.

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