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La iglesia presenta una planta de cruz latina, bóveda de cañón y cúpula sobre el crucero. De estilo neoclásico, siguiendo los cánones artísticos de la época de su construcción, en ella dominan los tonos blancos y dorados. Para su decoración se contó con la participación de varios artistas.

Al escultor catalán Adrià Ferran se debe el grupo del Descendimiento de la Cruz del retablo mayor, que muestra el cuerpo inerte de Jesús en brazos de su madre, acompañada por unos ángeles. De este mismo autor es la imagen de Santa Catalina Thomás, nativa de Valldemossa, por la que los cartujos sintieron una gran devoción. Las dos representaciones escultóricas fueron realizadas hacia 1812. En sus orígenes el retablo estuvo flanqueado por otras dos esculturas del mismo autor, san Bruno y san Juan Bautista. Las imágenes actuales son del escultor Llinás, porque con la desamortización de 1835 las originales se trasladaron a la catedral de Mallorca.

A fray Manuel Bayeu, cuñado de Goya, se deben los frescos de la cúpula. Los óleos de los muros están pintados por fray Joaquín Juncosa. Por otra parte, los dos medallones de mármol sobre las puertas los realizó el barcelonés Folch i Costa.

Destacan también los finos trabajos de la sillería del coro, realizados por el artesano mallorquín Sebastián Muntaner. También es interesante el trabajo del frontal del altar, del sillón hebdomadario y del evangelario. Asimismo merecen una especial atención los azulejos originales que componen el hermoso suelo de la Iglesia.

En el centro de la Iglesia está situado el inmenso facistol.