La iglesia era el principal edificio y centro espiritual del monasterio, donde acudían los monjes a realizar la oración litúrgica, es decir, el rezo oficial y público. La liturgia cartujana está basada en la que escribió San Bruno, el fundador de la orden, que se distingue por su sobriedad y simplicidad. La liturgia incluye mucho tiempo de silencio, ningún instrumento musical, pero sí cantos gregorianos.
La actual iglesia de la Cartuja de Valldemossa comenzó a ser edificada en 1751 en el contexto del proyecto de construcción del nuevo monasterio. La antigua Cartuja, fruto de una remodelación del antiguo palacio del Rey Sancho, había quedado demasiado pequeña para la comunidad de monjes que albergaba, y tenía, además, problemas estructurales.
Arquitectura neoclásica
Así, la nueva iglesia, construida bajo las premisas de la arquitectura neoclásica, fue bendecida en 1812. Este nuevo estilo arquitectónico, que surgió como revulsivo contra los postulados barrocos, comenzó a popularizarse a mediados del siglo XVIII. Se caracterizaba por la recuperación de elementos de la antigüedad clásica utilizando formas sencillas, puras, equilibradas, simétricas y proporcionadas.
La nueva iglesia de la Cartuja presenta una planta de cruz latina, bóveda de cañón y cúpula sobre el crucero con tonos blancos y dorados, típicos del movimiento.
La pequeña escalera que hay en el altar mayor conduce al presbiterio de la iglesia. Este espacio era la zona reservada para el clero, generalmente emplazado a un nivel más alto al que ocupaban los fieles, aunque en el caso de este monasterio cartujo las misas no eran abiertas al público.
La sacristía era y sigue siendo el lugar donde se vestían los sacerdotes y donde estaban guardados los ornamentos y otras cosas pertenecientes al culto. Dentro de la sacristía aún se puede observar un indicador de misas de los monjes cartujos. De principios del siglo XIX, enmarcado también dentro del estilo neoclásico, el indicador de misas está construido en madera de nogal con marquetería de naranjo, boj y cerezo. Este mueble servía para indicar, en cada momento, qué monje era el encargado de llevar a cabo la celebración religiosa en el monasterio.
Organización de la liturgia
Teniendo en cuenta que una de las características de los monjes cartujos era que no podían hablar entre ellos (salvo media hora a la semana) este mueble era de gran utilidad para poder coordinar y organizar la liturgia en comunidad llevando un orden y control, sin la necesidad de que los diferentes miembros se tuvieran que dirigir la palabra. El cuerpo central del mueble tiene dos paneles, uno decorado con una elaborada marquetería de motivos vegetales y geométricos, y otro con una escena paisajística que representa a un monje cartujo orante. A los lados aparecen los nombres de las celebraciones religiosas del monasterio y las letras que se correspondían a las diferentes celdas. En medio, se pueden apreciar los agujeros preparados para recibir las piezas cilíndricas destinadas a señalar la liturgia de las misas a celebrar por los monjes.