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“El fondo del cuadro es siempre las gotas de lluvia”, explica el pianista J. Kleczynski sobre éste preludio: “A pesar de la melancolía que se apodera de vosotros, un sentimiento de tranquila grandiosidad os eleva”.

No cabe ninguna duda de que “La gota de lluvia”, nombre con la que popularmente se conoce a esta pieza, es uno de los preludios más conocidos y admirados de Frédéric Chopin. En primer lugar, por ser el más largo de todos ellos, oscilando habitualmente, dependiendo de su interpretación, entre los cinco y siete minutos. En segundo lugar, por la repetición constante de una nota -el La menor- con el objetivo de recrear el efecto sonoro de un insistente goteo de agua. El resultado es sombrío y profundamente melancólico.

En el libro “La historia de mi vida” (1855), George Sand relata algunas vivencias relacionadas con esta composición, como la siguiente, en la Cartoixa de Valldemossa: “Mientras tocaba el piano tuvo un sueño en el que se vio a sí mismo ahogado en un lago y grandes gotas de agua helada caían de forma regular sobre su pecho. Cuando le hice escuchar el sonido de las gotas de lluvia que, de verdad, estaban cayendo desde el tejado, rítmicamente, negó haberlas oído. Se enfadó mucho de que yo lo interpretara como la muestra de un sonido imitativo. Protestó con toda su fuerza -y tenía razón- contra la puerilidad de dicha imitación auditiva. Su genio estaba lleno de misteriosos sonidos de la naturaleza, pero transformados en sublimes equivalencias musicales en su pensamiento, pero no a través de imitaciones sin originalidad de los sonidos reales».

En el siguiente vídeo, se puede ver al pianista chino Li Yundi interpretando el preludio:

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