La Cartuja de Valldemossa combina la arquitectura, el misticismo o la leyenda del paso de personajes ilustres entre sus muros con la presencia de antiguo instrumental farmacéutico y fascinantes contenedores de medicamentos. Esta enorme colección representa uno de los conjuntos mejor conservados de toda Europa, además de ser una parada obligatoria para el visitante. No en vano, hablamos de una de las farmacias más antiguas de Mallorca al ser fundada entre 1723 y 1725 por los monjes cartujos. Pronto se convirtió en un elemento clave para el funcionamiento de la comunidad religiosa, aunque experimentaría fuertes cambios en el siguiente siglo: la Real Orden de Exclaustración Eclesiástica de 1835, impulsada por el ministro Juan Álvarez Mendizábal, dio lugar a la salida de miles de religiosos con la supresión de todos los conventos españoles en los que no hubiera, al menos, doce profesos. A partir de aquel año, prestó sus servicios al resto de conciudadanos de Valldemossa hasta su cierre, en 1929, tras la muerte del último apotecario, Joan Esteva.
La importancia de esta farmacia radica no sólo en el excelente estado de conservación de los diferentes objetos, sino en su variedad e importancia histórica. Se puede comprobar en sus múltiples botámenes cerámicos, cuyos diferentes tamaños y colores provocan la admiración del visitante. O bien, en los frascos de vidrio con cartelas rococó en los que se puede leer aquello que contuvieron siglos atrás: aceites, compuestos, jarabes, brebajes diuréticos…Por su espectacularidad, tampoco pasan desapercibidas las cajas de madera, pequeños contenedores destinados a contener medicamentos principalmente de origen vegetal y cuya decoración pictórica –realizada en función de los gustos y tendencias de cada época– ha sobrevivido perfectamente al paso del tiempo. No faltan los destiladores, las balanzas, los morteros y cualquier elemento instrumental que formara parte de las farmacias. Es por ello que ha sido objeto de notables estudios y catalogaciones, como el publicado por Jaume Mercant Ramírez y María Dolores Carmona en el 2014 bajo el título La farmacia monástica de la Cartuja de Valldemossa.
Una última curiosidad por la que merece detenerse en este espacio de la Cartoixa es el hallazgo del manuscrito de una antigua receta cuyos orígenes se remontan al siglo III a.C.: la llamada “Triaca magna” se componía principalmente de opio y carne de víbora y fue considerada una panacea universal prácticamente hasta el siglo XIX. Lo cierto es que, en conjunto, el tiempo parece haberse detenido en este rincón de la Cartoixa.