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Luís Salvador de Austria-Toscana, Archiduque de Austria, miembro de la milenaria casa de los Habsburgo, llegó a Mallorca en el año 1867, después de visitar las Pitiusas. Con el paso del tiempo, la isla cobró tanta importancia para él que terminó por entenderla como su segunda patria. Valldemossa fue su hogar, escenario de fondo para los días más felices de su vida. Para entender la íntima conexión entre espacio y personaje, destacamos los tres elementos monumentales que desataron el legendario idilio entre el Archiduque con la llamada “Isla de la Calma”.

  1. Son Marroig. A medio camino de Valldemossa y Deià se encuentra esta célebre finca, conocida por tener entre sus dominios la península de Sa Foradada. Sus orígenes se remontan al siglo XVII, momento en el que es documentada como propiedad de Gabriel Masroig. Después de ser vendida a la familia Cortei, pasó a manos del Archiduque, que la consideraba como una de las mejores casas de la isla. Su pequeño puerto natural fue el cobijo perfecto para el Nixe, el legendario barco que poseía el aristócrata. Julio Cortázar habla de este rincón de Mallorca en su “El rayo verde”, relato inspirado en la Serra de Tramuntana.
  2. Miramar. Se trata de otra célebre finca ubicada entre Valldemossa y Deià. En sus inmediaciones se creó un monasterio a petición de Ramón Llull, espacio que acogería también la primera imprenta de Mallorca en 1457. Miramar fue adquirida por el Archiduque al haber quedado prendado por su litoral: “Sin duda, ningún otro lugar de la tierra puede poseer con más propiedad el nombre de Miramar”, escribía en “Die Balearen”. En su interior mandaría construir una casa de estilo siciliano conocida como S’Estaca, hoy en día propiedad del actor norteamericano Michael Douglas.
  3. La Cartuja de Valldemossa. Durante las temporadas que pasó residiendo en la isla, el Archiduque Luís Salvador se involucró plenamente en la vida de Valldemossa. Se le pudo ver acudiendo a los oficios religiosos celebrados en la Cartoixa, espacio que atrajo a numerosas personalidades llegadas de todas las partes del mundo y que, como él, quedaron cautivados. En la actualidad, una sala expositiva situada en el interior del edificio recuerda el paso del aristócrata por la isla con un conjunto de objetos y documentos de alto interés histórico.
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