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A pesar de su reducida extensión territorial –3667 km2–, Mallorca es una isla repleta de historia. Situada en una zona estratégica del Mediterráneo, sus ocupantes -talayóticos, romanos, vándalos, bizantinos, musulmanes, cristianos- han dejado una gran huella en el paisaje a lo largo de los siglos con construcciones y espacios que invitan al visitante a realizar un viaje en el tiempo. Un valioso conjunto patrimonial que, además de contar con múltiples distinciones que garantizan su preservación, representa un importante aliciente para la práctica del turismo cultural. Por eso, os ofrecemos a modo de recomendación un conjunto de espacios imprescindibles para conocer mejor tanto la isla como su propia historia.

1. Castillo de Bellver

Elevado sobre un cerro de 112 metros, domina el paisaje hasta el punto de haberse convertido en el principal icono patrimonial de la isla e, incluso, en un sinónimo de mallorquinidad. Bellver «corona» la ciudad de Palma con su planta circular, siendo uno de los cuatro castillos europeos con los que comparte esta característica arquitectónica. Fue construido a principios del siglo XIV para alojar la familia real mallorquina, ofreciéndoles protección tanto en el caso de epidemias como en el de ataques y asedios. El hecho de ser un recinto de difícil acceso permitió que, paralelamente, pudiera tener una función carcelaria: por sus muros y celdas pasaron partidarios del rey Jaime III después de su muerte en la batalla de Llucmajor (1349), bandoleros, austracistas, ilustrados (el más famoso de todos ellos, el ministro Gaspar Melchor de Jovellanos), militares, antiabsolutistas y, ya en el siglo XX, en el contexto de la Guerra Civil, republicanos, maestros y masones.

2. Capocorb Vell

Si el periodo talayótico ha ejercido una fuerte curiosidad sobre investigadores y curiosos es por el gran número de interrogantes que despiertan los talayóticos, la cultura desarrollada en las Gimnesias (Mallorca y Menorca) durante la edad del bronce y la edad del hierro. Una parte esencial de las posibles respuestas recae directamente sobre el poblado prehistórico de Capocorb Vell, de unos mil años antes de Cristo y situado en una antigua possessió del municipio de Llucmajor. Considerado como uno de los yacimientos talayóticos más grandes y conocidos de Mallorca, contiene tres torres de defensa, un centro ceremonial y una doble hilera de viviendas que fueron habitados hasta bien entrada la colonización romana.

3. Seu de Mallorca

La Catedral de Palma fue construida entre los siglos XIII y XVI y, desde entonces, ha sido el principal edificio religioso de la ciudad. De estilo gótico catalán, es famosa por su rosetón de 97,5 m² que, junto con el de la de la catedral de Estrasburgo, es el más grande del mundo. Su construcción sobre una antigua mezquita musulmana inició poco después de la conquista cristiana de la isla, en 1229, por orden de Jaime I de Aragón. Dentro, se localiza el panteón de los reyes de Mallorca, el sepulcro de personajes ilustres (como Beatriu de Pinós, protectora, impulsora y divulgadora del lulismo) o las reformas realizadas en diferentes tramos históricos por Antoni Gaudí o Miquel Barceló.

4. Cartuja de Valldemossa

Los orígenes del conjunto monumental de la Cartoixa de Valldemossa se remontan a la época del rey Jaime II (1243-1311). A finales del siglo XIV, Martín «El Humano», soberano de los territorios de la Corona de Aragón desde 1396 a 1410, cedió a los cartujos todas las posesiones reales de Valldemossa, propiedades que mantuvieron hasta 1835, año de la desamortización de Mendizábal. A su inmenso valor patrimonial se suman las estancias de personajes tan ilustres como Frédéric Chopin, el Archiduque Luis Salvador, Jorge Luis Borges, Rubén Darío o Santiago Rusiñol.

5. Murallas de Alcúdia

La muralla medieval es una de las construcciones históricas más simbólicas de la ciudad de Alcúdia. A finales del siglo XIII se inició la construcción del primer recinto de murallas con el objetivo de servir para la protección no sólo de la ciudad, sino también del norte de la isla, de los ataques piráticos. Esta construcción condiciona el trazado urbanístico medieval de Alcúdia -sus calles son estrechas, irregulares- y, dentro, conserva todavía edificios de gran valor arquitectónico, con elementos característicos de la época de esplendor de la ciudad.

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