Las antiguas celdas de los monjes cartujos se convirtieron en estancias confortables a finales del siglo XIX. El propietario Juan Sureda y su esposa, la pintora Pilar Montaner, alojaron a escritores y artistas como Unamuno, Azorín, Russinyol, Mir o Eugeni d’Ors. Pero el más recordado fue el poeta Rubén Darío, que visitó la mansión en 1907 y se hospedó en ella durante el invierno de 1913. El lugar le liberó de las obligaciones de la fama y aligeró la depresión que arrastraba, años antes de morir. Aquí escribió poesía y la novela El oro de Mallorca.