Mallorca es un lugar privilegiado para los amantes de la cultura. A la vasta oferta musical, cinematográfica y teatral debemos sumarle infinidad de exposiciones que han convertido a la isla en un referente cultural en el Mediterráneo. Más allá del turismo de sol y playa, Mallorca se ha consolidado en el marco del turismo cultural. Parte del éxito se debe a la creación de sinergias entre diversas entidades culturales, entre ellas la Cartuja de Valldemossa.
Los museos de Mallorca se han unido en una iniciativa de la Xarxa de Museus de Mallorca y la Rede Museística de Lugo que tiene por objetivo visibilizar a las mujeres como sujetos activos en el proceso creativo. El resultado ha sido una selección de piezas que tienen a las mujeres como protagonistas.
Es Baluard
La obra seleccionada es Esperant els nuvis de la artista mallorquina Pilar Montaner de Sureda, pintora y mecenas propietaria junto a su marido Joan Sureda, del palacio del Rey Sanç de la Cartuja de Valldemossa.
Museo del Calzado y la Piel de Inca
Se trata de una colección de zapatos que no se adapta a las reglas convencionales de lo estéticamente correcto enmarcándose en la estética kitsch, para enlazarlo de alguna manera con las reivindicaciones de la Teoría Queer. Se puede visitar la exposición temporal «esKITSCHos de la Colección Pons-Catalá de zapatos en miniatura (o no)» hasta principios de julio.
Son Fornés
El único museo arqueológico de las Islas Baleares ha escogido el Talaiot 1. Formado por más de 2.000 toneladas de piedra tallada construido hace más de 3.000 años por mujeres y hombres en un gran esfuerzo colectivo de una comunidad igualitaria con fuertes vínculos de solidaridad y reciprocidad.
Museo de Historia de la Ciudad de Palma
Se trata de una escultura femenina realizada en mármol blanco que forma parte de la Colección Despuig de Escultura Clásica. Data del siglo I d.C. y representa a la diosa Fortuna, que constituía, en la época romana, la guía del destino de los hombres y de la nación.
Cartuja de Valldemossa
La pieza Guiñoles sobre el telón fue realizada por Norah Borges durante su estancia en Mallorca en la residencia de los Sureda ubicada en el antiguo palacio del rey Sancho. En esta pieza se puede apreciar el interés de Borges por las costumbres y el paisaje local mallorquín, presente también en otras composiciones de la misma época.