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La llamada cruz de término o de humilladero, en catalán también conocida como “Peiró”, eran cruces monumentales ubicadas en las inmediaciones de caminos, cerca de la entrada a pueblos y monasterios: su misión era tan sencilla como dar la bienvenida o despedir a los transeúntes. Construidas principalmente con piedra, estaban decoradas con motivos religiosos (la Crucifixión) o heráldicos, incluyendo otros aspectos simbólicos que las han convertido en un elemento repleto de historia y cultura.

En Valldemossa existen dos cruces, protegidas como Bienes de Interés Cultural, según se refiere el Decreto 571/1.963, de 14 de Marzo, y la Disposición Adicional Segunda de la Ley 13/1.985, de 25 de Junio, del Patrimonio Histórico Español. Se trata de la Creu de Vila de Dalt, también llamada Creu de s’Abeurador, y la Creu devall des Fossar.

Creu de s’Abeurador

La primera de ellas está ubicada en la actual plaza de Ramon Llull, espacio público que acogía el antiguo mercado y en la que se encuentran tanto el abrevadero como los lavaderos del pueblo, hoy en desuso: en ellos, los habitantes de Valldemossa acudían a buscar el agua que brotaba de la llamada Font de na Mas. A su lado se encuentra la Creu de la Vila de Dalt, también llamada Creu de s’Abeurador (“Cruz del Abrevadero”), que destaca por sus interesantes relieves miniturizados. Este elemento monumental cobra especial sentido durante las fiestas de moros y cristianos: a sus pies, el capitán Ramón Gual, hace entrega de espadas a 36 soldados cristianos antes de dar inicio a la simulación de la emboscada que tuvo lugar en 1552.

Creu devall des Fossar

Menos conocida, también se debe destacar el papel de la Creu devall des Fossar, situada en el punto que confluyen las calles de la Rosa y la Amargura. Se ubicaba en un punto estratégico: indicando la entrada a Valldemossa en el antiguo camino que llevaba a Palma. Muy posiblemente, fue uno de los primeros elementos que vieron Frédéric Chopin y George Sand, así como muchos otros visitantes ilustres, a su llegada al pueblo mallorquín.

Siendo un elemento fácilmente reconocible en el paisaje urbano de Valldemossa, su conservación ha sido una tarea prioritaria para cualquiera de sus habitantes.

© Foto: Enric Fontvila

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