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Joan Sureda fue un intelectual y mecenas de las letras y las artes que nació en el Palacio del Rey Sancho de la antigua Cartuja de Valldemossa en 1871. Sureda es uno de los personajes más fascinantes de la cultura mallorquina de principios del siglo XX por su personalidad, su estilo de vida singular y su contribución, junto a su mujer, a difundir la cultura de Mallorca en todo el mundo.
Aparte de escribir artículos y realizar algunas conferencias, se dedicó esencialmente a la protección y el fomento de artistas, especialmente de su mujer, a quien alentó constantemente a pintar reflexionando sobre la inspiración, el enfoque de su obra, etc.

«¿No ves, mi Pilar, que toda mi vida está dedicada a tu gloria? (Joan Sureda, en una carta del 26 de marzo de 1926).

Como curiosidad destacable, cuando su mujer fue a Madrid a estudiar pintura, él asumió el cuidado de los siete hijos que en ese momento tenían, adoptando un rol poco habitual en su época y despertando la sorpresa e incomprensión de su entorno.

Sureda fundó, junto a otros pintores y personalidades de la cultura mallorquina, la «Cofradía de la Belleza», una asociación dedicada exclusivamente a la exaltación de la naturaleza y el estudio de la cultura. Muchos de los escritores que Sureda recibió como huéspedes en su palacio de la Cartuja se inspiraron en su persona para crear personajes intensamente idealistas, caballerosos, meticulosos y exquisitos como él. En cuanto al físico, el escritor Mario Verdaguer lo describe así:

Joan Sureda se parecía extraordinariamente a Carlos V pintado por Tiziano. Un Carlos V vestido con macferland escocés y sombrero de fieltro de grandes alas. Fue sordo toda la vida y los últimos años lo fue de una manera definitiva, resultando inútil la trompeta metálica que, como último recurso, se sacaba del bolsillo.

El matrimonio Sureda-Montaner fue un verdadero aglutinador de artistas y escritores con los que no sólo estableció una relación intelectual sino también personal. Ilustra este aspecto el recuerdo del escritor Unamuno haciendo pájaros de papel para los nietos de Joan Sureda y Pilar Montaner en la explanada de la Cartuja de Valldemossa.

Después de una vida intensa marcada por un gran amor por la cultura, Joan Sureda murió arruinado como consecuencia de su estilo de vida extravagante, la generosidad con la que trataba a sus artistas protegidos y una mala gestión económica agravada con la crisis económica mundial.

A continuación, el enlace a un interesantísimo artículo que profundiza sobre su figura con fragmentos de su correspondencia que muestran la intensa y especial relación que tenía con su mujer, así como otros aspectos relativos a la vida artística de aquella época.

http://www.raco.cat/index.php/Caligrama/article/view/66572/86300

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