Esta farmacia es una de las más antiguas de Mallorca y de las mejor conservadas de Europa. Fue fundada por los cartujos entre 1723 y 1725, y estuvo activa hasta el 1895.
No solo sirvió de farmacia de la comunidad religiosa, sino que a partir de 1835, y como consecuencia de la desamortización del monasterio, también amplió sus servicios a la gente del pueblo.
Imagínate aquí por un momento a George Sand comprando medicamentos para Chopin, que sufría tuberculosis, o para su hijo Maurice, de quince años, quien también estaba enfermo.
La botica presenta una disposición típica de los utensilios que se encontraban en las antiguas oficinas de farmacia, los contenedores de medicamentos, e instrumental para confeccionarlos: botamen farmacéutico, paramento de vidrio, retortas y calabazas, arquetas de madera, destiladores, balanzas y morteros.
Como curiosidad, dentro del catálogo de drogas naturales y medicamentos encontrados en esta farmacia, se ha descubierto una singular receta llamada “Triaca magna”. Se trata de un preparado polifármaco de origen vegetal, mineral o animal, cuyos principales componentes son el opio y la carne de víbora. Se usó desde el siglo III a. C., originalmente como antídoto contra los venenos, los mordiscos de animales, y como panacea universal durante mucho tiempo, hasta que cayó en desuso en el siglo XIX.