La Cartuja de Valldemossa, como mucha gente sabe, no fue concebida originalmente para ser un edificio religioso. En realidad fue el rey Jaime II quien decidió construir un palacio para su hijo Sancho con la esperanza de que el clima de Valldemossa fuera más favorable para el asma que sufría. Era el año 1309.
Aunque la dinastía real mallorquina usó el edificio como espacio de ocio haciendo de la caza una de sus actividades principales, en menos de un siglo y ya anexionado nuevamente el Reino de Mallorca a la Corona de Aragón, el palacio quedó en desuso.
Cuando los monjes cartujos tuvieron noticia de esta situación, pidieron al rey Martín «el Humano» (quien ya había participado en el establecimiento de la Cartuja de Valldecrist de Castellón en el 1385) que les cediera el edificio a fin de poderlo convertir en monasterio mediante la reforma y adecuación de los espacios.
La obra Donación del Palacio por Martín el Humano a los Cartujos realizada por Ricardo Anckermann (Palma, 1842- Túnez, 1907) ilustra este momento histórico acontecido en 1399. La pintura, que se encuentra expuesta actualmente en la sala de música del Palacio del Rey Sancho, fue encargada en 1871 por Joan Sureda, en aquellos momentos propietario del palacio.
En la obra se puede apreciar una escena del momento en el que los monjes cartujos, vestidos con su inconfundible túnica blanca, se presentan ante el rey, agradeciendo con un gesto de servidumbre la ofrenda ante toda la corte, enano y perros incluidos.
La pintura es característica del estilo pictórico de Ricardo Anckermann, discípulo de Faust Morell (y del que también se pueden observar obras en el antiguo palacio de la Cartuja). En el tratamiento de la temática histórica, una de las preferidas del autor, se aprecia el gusto clásico con ciertos toques eclécticos.