Declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO el 2011 en la categoría de Paisaje Cultural, la villa de Valldemossa no sólo destaca por su belleza natural o su historia, sino por un conjunto de rincones que, durante siglos, han cautivado tanto a visitantes como a los propios residentes. Por tanto, no deberías perderte este conjunto de recomendaciones: cuatro importantes razones que ayudan a entender porqué, para muchos, Valldemossa es una de las perlas del Mediterráneo.
- Parroquia de Sant Bartomeu. Situada en el corazón de Valldemossa, empezó a construirse en 1235, apenas seis años después de la conquista de Mallorca por parte de las tropas del rey Jaume I. La iglesia, de estilo gótico, ha experimentado importantes cambios durante el paso de los siglos, siendo su campanario neoclásico, construido en 1925, uno de sus actuales rasgos más distintivos. Destacan en su interior la capilla del Altísimo y la de Santa Catalina Thomàs, el principal icono religioso de la isla.
- La Cartuja de Valldemossa. Difícilmente se podría entender Valldemossa sin el papel que ha jugado la Cartuja en el transcurso del tiempo. Los dos tramos que conforman el espectacular conjunto –el Palacio del Rey Sancho y la nueva cartuja– han acogido a reyes, escritores, artistas, políticos o, sencillamente, monjes cartujos, cuya orden se encargó de mantener la actual fisonomía del edificio.
- Miramar. Ramón Llull, el mallorquín más universal, fundó este espacio en 1278 como monasterio y escuela de lenguas orientales: de los franciscanos pasaría a diferentes órdenes religiosas, adoptando otros usos curiosos como, por ejemplo, la instalación de la primera imprenta ubicada en la isla. El espacio fue adquirido por el Archiduque Luís Salvador de Austria, alojando a multitud de personajes célebres: Sisí de Austria, Rubén Darío, Cartailhac, Gaston Vuillier, etc.
- Casa Natal de la Beata. Un pequeño rincón, pero lleno de significado. Durante siglos, se ha venerado este humilde hogar de la calle de la Rectoría al ser el lugar en el que nació Santa Catalina Thomàs, el 1 de mayo de 1531. En ella, el visitante puede tener libre acceso a una estancia: la misma en la que se erige una capilla con la imagen de la llamada Sor Tomasseta.
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